Apostolado

Una vez llegó la Imagen del Santísimo Cristo del Amor, se dedicó toda la atención en conseguir la realización del conjunto del Apostolado.

Pronto llegó una relación, en la que figuraban una veintena de artistas, especializados dentro del ramo escultórico religioso.

A la vista de ello, D. Lorenzo González Suero se dirigió al director del hotel Metropol,  D. Rafael Llacer Moscardó, valenciano y antiguo compañero de mili y consumado pintor, rogándole le informara a quién, con más garantía, se podrían dirigir, para poder cumplir dicho compromiso.

Al poco tiempo le recomendó que se dirigieran a hablar con D. Enrique Galarza Moreno, escultor religioso muy acreditado en Valencia, ya que había adquirido gran prestigio por haber llevado a cabo la restauración de la Virgen de los Desamparador, patrona de la ciudad.

Una vez contactaron con él, le expusieron el deseo de adquirir el Apostolado, con intención de vestir las Imágenes, como es costumbre andaluza, y le solicitaron presupuesto para tal fin.

Seguidamente recibieron respuesta, agradeciendo se hubieran dirigido a él y que por la realización de la cabeza, manos y pies, de cada Apóstol, cobraría la cantidad de 2.500 pesetas, ya que la intención era de vestirlos, lo más idóneo era hacerlo de esta forma y que aquí, en Huelva, sobre la composición de lugar que hicieran, le diesen la postura más apropiada.

Ante esta ventajosa oferta, se le encargó, en vía de prueba la Imagen de Judas y si fuera del agrado, seguidamente se le encargaría las restantes Imágenes.

Dos meses más tarde, visitaron al señor Galarza en su taller, que se encontraba en la calle Pintor López. En dicho taller trabajaban diez o doce operarios, y donde se pudo ver la recién pintada cabeza de Judas, aconsejando que contemplaran la boca, que era lo más notable del trabajo.

Tan satisfecho se quedó del trabajo, que allí mismo se le dio orden para la realización de las once Imágenes restantes.

Una vez llegaron los Apóstoles, se pensó en construirles los cuerpos, y a ello se comprometió Pepe “el sordo”, buen carpintero que empezó con el montaje de Judas, en la posición de pié, con la intención de abandonar la mesa.

Entre ellos se pueden distinguir dos grupos: por un lado, una serie de cabezas de logradísima expresión y soberbio tratamiento anatómico, que dejan patente la mano directa del maestro, como ocurre en el caso de San Pedro, San Andrés, San Judas Tadeo, San Simón Cananeo, San Felipe y Judas Iscariotes; por otro, el resto de los Apóstoles, que siguen todos un modelo fisionómico muy parecido, aunque terminado de forma cuidadosa e individualizada, son obras en las que debió participar mano de obra de taller.

En noviembre de 1.953 se firma contrato con el escultor D. Antonio León Ortega para la restauración y reforma de los cuerpos del Apostolado, y aquellos Apóstoles que iban de pie, los colocó en posición de sentados, quedando terminada esta reforma para la estación de penitencia de 1.954, en dicho contrato constaba el precio de cada Apóstol, siendo este de 1500 pesetas. Aparte de la cantidad estipulada, debería entregársele la madera necesaria para dicho trabajo.

El precio de dicha madera fue de 1127,60 pesetas.

En 1.985 de nuevo fueron restaurados algunos de los Apóstoles por D. Francisco Márquez Domínguez,  “el cano”.

En la actualidad, la Hermandad ha puesto en proceso de restauración todo el Apostolado, para ello se puso en contacto con el onubense D. Juan Luis Aquino Pérez, para que realice este gran proyecto. Puestos en contacto con él, se le expuso la intención que tenía la Hermandad de anatomizar los cuerpos de los Apóstoles, volviendo algunos de ellos a recuperar la posición de ir de pie, restauración de la policromía en cabeza, manos y pies, y arreglo de grietas en la mayoría de ellos.

A los pocos días, D. Juan Luis Aquino comunica a la Hermandad que está dispuesto a realizar dicho trabajo y que cobraría 3.025 euros por los Apóstoles que vayan a ir de pie, y de 2.600 euros por aquellos que vayan sentados.

Una vez aceptado, en el mes de junio del 2.007 la Hermandad lleva al taller del restaurador situado en el barrio Reina Victoria, el primer Apóstol,  San Pedro, siendo a finales del mes de noviembre de ese mismo año cuando el Apóstol llega restaurado a la Hermandad. Dicho Apóstol es uno de los que seguirá en la  posición de sentado.

Posteriormente, en el mes de diciembre del 2.007 sería San Andrés el siguiente en pasar por el taller, regresando el 12 de marzo del 2.008, ya restaurado y directamente subido al paso de salida. Dicho Apóstol ha sido el primero en ir en posición de pie.

El 24 de marzo del 2.008 sería Santiago el Mayor el que fuese al taller para su restauración.