Judas Iscariote

«Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con seguridad. Y cuan­do vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó. Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron. (Marcos 14:43-46).

Perfil Biográfico

Uno de los doce apóstoles escogidos por el Señor, Juan dice que Judas era «hijo de Simón» (Jn.6:71; 12:4). El so­brenombre de Iscariote significa «natural de Queriot» o bien, del término romano «sica», pequeño puñal usado por los celotas. El significado de «Iscariote», derivaría pre­cisamente del latín «sicarius». El Señor le llamó «diablo» («¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?» (Jn. 6:70)) e hijo de perdi­ción» («… ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de per­dición» (Jn. 17:12).

Jesús «sabía desde el principio quienes eran los que no creían, y quien le había de entregar» (Jn. 6:64). Después del discurso en la sinagoga de Capernaum, cuando Jesús habló del «pan de vida», «muchos de sus discípulos volvie­ron atrás y ya no andaban con él» Judas Iscariote quedó en el círculo de los doce, pero sin fe alguna. Funcionaba como tesorero en las actividades del Señor y sus discípulos, a los cuales robaba («….era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en él»). Por eso protestó cuando María ungió al Señor con un perfume muy caro, diciendo que se había desperdiciado y que hubiera sido me­jor venderlo por «trescientos denarios» y darlo «a los pobres» (Jn. 12:3-6).

Después de este incidente, Judas iscariote decidió traicionar al Señor ofreciéndose a los sacer­dotes para ayudarles a localizarlo a cambio de una suma de dinero («¿Qué me queríais dar, y yo os lo entregare?»). Ellos «le asignaron treinta piezas de plata» (Mt. 26:14-16; Zac. 11:13). Lo que se buscaba era apresar a Jesús en un momento propicio, sin alborotar al pueblo (Le. 22:6).

En la noche de la Pascua, el señor dijo a sus discípulos: «Uno de vosotros me va a entre­gar» (Mt. 26:21). Y señaló a Judas Iscariote por medio de una señal convenida con Juan (Jn. 13:21-26). El mismo Judas Iscariote preguntó: «¿Soy yo, Maestro?». Y Cristo se lo confirmó (Mt. 26:25). Satanás entró en Judas Iscariote en ese momento y salió a buscar a los que querían apresar al Señor. Conociendo el lugar donde Cristo iba usualmente, el huerto de Getsemaní, se presentó allí con «una compañía de soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos» (Jn. 18:1-3), e identificó al Señor por medio de un beso (Mt. 26:47-49).

Cuando Judas Iscariote vio que Jesús era condenado «devolvió arrepentido las treinta piezas de plata», diciendo «Yo he pecado entregando sangre inocente». Al parecer, esa condena a muer­te no estaba dentro de los planes de Judas Iscariote. Los sacerdotes rio quisieron recibir el di­nero, por lo cual «fue y se ahorcó». Pedro dice que «cayendo de cabeza, se reventó por la mitad y todas sus entrañas se derramaron» (Hch. 1:187).

Después de la resurrección, los apóstoles escogieron a Matías para ocupar el lugar de Judas Iscariote (Hch. 1:15-26).

Imagen en el paso

Judas Iscariote, de pie en actitud de iniciar la marcha, muestra, casi de espaldas a los demás, un gesto de culpabilidad al abandonar el grupo, con la boca entreabierta y la mellada dentadura a la vista, mientras crispa su mano alrededor de la bolsa que contiene el precio de su traición.

Proceso de Restauración

La escultura de Judas había sufrido una inter­vención anterior, en la cual se había repolicromado la cabeza, los pies y las manos, alterando el aspecto originario de la talla. Además la cabe­za y el cuerpo presentaban diversas fisuras y grietas, resultado de la realización de ensam­bles incorrectos de la madera, además de ata­ques de insectos xilófagos.

La intervención ha consistido en la realización de un nuevo cuerpo en madera de cedro, cam­biando la actitud sedente por otra más dinámica, en referencia al momento en que se marcha de la cena pascual. Por este motivo se ha modificado la situación del apóstol en el paso proce­sional, trasladándolo del costero derecho al izquierdo, pues de esta manera mira al espectador y da la espalda al Cristo del Amor.

Para dar fortaleza a la escultura, los pies debían ser nuevos, formando una única pieza con la peana y el resto del cuerpo. Se retiró el repinte que cubría cabeza y manos, descubriendo que la policromía original del rostro había sido lijada. Las grandes lagunas existentes se reintegraron con acuarela intentando recuperar el aspecto original de la pieza.

Juan Luís Aquino Pérez

Reseña Evangélica

Por su traición fue recompensado con treinta monedas de plata. «Y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata» (Mateo 26:15).

Judas se arrepintió de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas éstos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose. «Y arrojando las piezas de plata en el templo, salló, y fue y se ahorcó». (Mateo 27:5).

Según otra versión, Judas compró un campo con el dinero que obtuvo gracias a su traición, pe­ro «cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron» por lo que «aquel campo fue llamado en su lengua Aceldama, que quiere decir «Campo de Sangre». «En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Aceldama, que quiere decir, Campo de sangre» (Hechos 1:15-19).