Y FUE DOMINGO DE RAMOS…
Tuvieron que pasar 1083 días para que el Sol volviera a iluminar la cara del Cristo del Amor y para que la declaración de amor más bella cayera sobre el palio de Nuestra Madre del Rosario en forma de pétalos.
Muchos días tuvieron que pasar para que Huelva volviera a estremecerse al escuchar los sones de nuestros hermanos de la Agrupación Musical Santísimo Cristo del Amor o el tintineo de bellos rosarios chocando contra la fría plata del varal.
Pero pasaron… y pudimos dar públicamente testimonio de nuestra fe llevando al Señor y la Virgen a cada casa de Huelva.
El Domingo de Ramos se derramó más amor que nunca: en cada abrazo antes y después de la estación de penitencia, en cada lágrima de emoción del hermano o devoto, en cada sonrisa de un niño al repartir un caramelo o una estampa, en cada marcha tocada, en cada “viva”, en cada petalá, en cada saeta, en cada cirio que se encendió, en cada levantá y en cada chicotá, en cada golpe de palermo, en cada suspiro, en cada vela encendida por los servidores, en cada mirada al cielo recordando a los que ya no están…
Volvió a ser Domingo de Ramos
¡Y qué Domingo de Ramos!
Gracias hermanos.
Gracias Huelva.