San Bartolomé

«Felipe se encontró con Bartolomé (Natanael) y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le replicó: « ¿Puede salir algo bueno de Nazaret?» Felipe le contestó: «Ven y verás». Cuando Jesús vio venir a Nata­nael, dijo de él: «Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar». Natanael le preguntó: « ¿Cómo me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higue­ra, yo te vi». Natanael exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». (Jn 1, 45-49)

Perfil Biográfico

Bartolomé era natural de Caná. Según los Evangelios el apóstol Felipe lo llevó a Jesús y siempre es mencionado junto con él.

Los Hechos de los Apóstoles mencionan también su presencia en Pentecostés. Según la tradición, después de la ascensión del Señor, predicó el Evangelio en la India, donde recibió la corona del martirio.

La Martiriología Romana expone que Bartolomé pre­dicó en la India y en Armenia, donde murió Mártir. To­davía con vida le arrancaron la piel y fue decapitado por el Rey Astyages en Derbend. Este martirio ocurrió en Abanópolis, en la costa occidental del Mar Caspio, después de predicar en Mesopotamia, Persia y Egipto. Las reliquias de San Bartolomé, según la tradición fue­ron enterradas en la Isla de Lipara y eventualmente fueron trasladadas a Benevento, Italia. Posteriormen­te a Roma donde reposan en la Iglesia consagrada a su culto, en «l’lsola di San Bartolomeo», en el Tiber.

Se cree que la Reina Emma, esposa del Rey Canute, entregó un brazo a Canterbury (siglo xi).

En la iconografía se le representa con barba, un libro y un cuchillo utilizado en su marti­rio: «es un hombre de estatura corriente, cabellos ensortijados y negros, tez blanca, ojos grandes, nariz recta y bien proporcionada, barba espesa y un poquito entrecana… Su sem­blante presenta constantemente aspecto alegre y risueño».

Es el patrón de los carniceros, zapateros, sastres, fabricantes de libros, guantes, pieles, mercaderes de queso, albañiles, etc. Se le invoca contra desórdenes nerviosos.

También se le ha representado obrando milagros: resucitando a los hijos del rey Polimio y liberando a la hija de éste poseída por el demonio, en ocasiones aparece siendo flagelado.

Como curiosidad, en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, la piel que representa a San Barto­lomé es un autorretrato del mismo autor, detalle que no se descubrió hasta el siglo XIX.

Su festividad se conmemora el día 24 de agosto en las Iglesias Católica y Anglicana, y el 11 de junio en la Iglesia Ortodoxa.

Imagen en el paso

San Bartolomé se representa como un hebreo típico en su fisonomía (nariz aguileña, fuerte ceño, barba bífida) que escucha atento las palabras de San Felipe, mostrando de esa mane­ra la amistad que unía a los dos apóstoles desde antes de su ministerio.

Proceso de Restauración

La imagen de San Bartolomé presentaba diferentes deficiencias estructurales como grietas por todo el cuerpo, rostro y pies (la más preocupante en la unión de las piernas y el torso, solucionándola con dos pletinas metálicas atornilladas), además de ataques de xilófagos.

La mano derecha presentaba un nudo mal cicatrizado, de madera quebradiza, que atravesaba la palma. Entre las deficiencias superficiales encontramos varios repin­tes que alteraban la apariencia original de la escultura. En la base del busto Enrique Galarza identificó la escul­tura tallando el nombre «Felipe».

La intervención consistió en la realización de un nuevo cuerpo en madera de cedro con un giro en el torso que permitiera al apóstol entablar conversación y contacto visual con Felipe, con el que mantenía gran amistad.

En la cabeza y manos de la imagen se retiraron dos capas de repintes (la primera al óleo y la segunda de esmalte sintético) recuperando la policromía original. Además se subsanaron las grietas y reintegraron cromáticamente las lagunas de la capa pictórica.

En los pies, se retiraron las numerosas puntillas, se ensamblaron correctamente las diver­sas piezas, policromando las nuevas piernas y los antiguos pies con un tono similar al de cabeza y manos.

Juan Luis Aquino Pérez

Reseña Evangélica

Uno de los doce apóstoles, mencionado sexto en tres de los Evangelios (Mateo 10,3 / Mar­cos 3,18 / Lucas 6,14) y séptimo en los Hechos de los Apóstoles (Hechos i, 13).

Encuentro con Jesús y llamada. «Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Natanael le replicó:«¿Puede salir algo bueno de Nazaret?» Felipe le contestó: «Ven y verás». Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él: «Ahí viene un verdadero israeli­ta: éste no sabría engañar». Natanael le preguntó: «¿Cómo me conoces?» Jesús le respon­dió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi». Natanael exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». (Juan 1,47-51).

Presente en la aparición del Salvador a orilla del Mar de Tiberíades. «Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberiades; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídlmo, Natanael el de Caná de Galilea, Santiago y Juan, y otros dos de sus discípulos. (Juan 21:1-2).