San Simón

«En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles: Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote (Le 6, 12-15)

Perfil Biográfico

Para conocer a Simón hay que conocer bien su apodo: los evangelios le llaman «el cananeo» (Marcos y Mateo) y el «celota» (Lucas y también los Hechos). Durante mucho tiem­po se pensó que Marcos y Mateo se referían a su proceden­cia de Caná de Galilea, el pueblo donde Jesús realizó su pri­mer milagro. Fuentes antiguas habían incluso pensado que Simón era el esposo de aquella boda. Posteriores investiga­ciones sobre el significado de ese apelativo colocaron las cosas en su lugar. Cananeo, en efecto, proviene del arameo qen’ana’, que quiere decir celoso o tal vez celota. Por tanto, respecto a Simón los tres sinópticos concuerdan: era un após­tol celoso de las tradiciones judías. Pero alguno propone la hipótesis de la pertenencia de Simón al movimiento celota.

El historiador judío Flavio Josefo, (siglo I), habla extensamente de ellos. Dice que eran los expo­nentes de una cuarta filosofía, después de la de los Esenios, los Saduceos y los Fariseos. Como estos últimos, los celotas tenían un ideal nacional-teocrático; pero, a diferencia de los Fariseos, eran tenaces en la aplicación política de sus ideales. Tenían una antigua tradición, tanto que Matatías, el padre de los Macabeos, había recomendado a sus hijos ser «los Celadores de la Tora». Una intransigencia que estaba todavía viva en los tiempos de Jesús. De hecho, cuando el hijo de María tenía 13-14 años, Judea fue encendida por una revuelta guiada por Judas de Gamala, contra el censo impuesto por los romanos. La revuelta fue sofocada, pero la fama de Judas de Gamala se consolidó. La aversión hacia los romanos era bien conocida por Jesús: se respiraba en el aire un sentimiento extendido entre los discípulos.

Por tanto, Simón el cananeo provenía de ese grupo de incorruptibles rebeldes contra el poder romano. Sabiendo esto, se puede apuntar cuál fue la atracción ejercida por Jesús: Simón tuvo que asumir primero la curación del siervo del centurión romano en Cafarnaún y luego la elec­ción de Mateo, odioso recaudador de impuestos de los romanos, para ser uno de los doce.

Simón tiene otra característica: Mateo y Marcos lo cuentan entre los hermanos de Jesús, junto a Santiago el Menor, Judas Tadeo y uno llamado José. La designación de este amplio tropel de parentesco corresponde a las costumbres de Oriente donde los vínculos de sangre se siguen desde los antepasados lejanos y sus ramificaciones. Simón era, con seguridad, primo de Jesús.

De él, en los años posteriores, se sabe muy poco. Hay quien lo ha identificado con el Simeón (equivalente de Simón), también hermano de Jesús, que tomó el lugar de Santiago el Menor en la dirección de la Iglesia de Jerusalén, después del año 62, muriendo mártir en el año 107 bajo el emperador Trajano. El breviario romano, en cambio, dice que estuvo en Egipto y Mesopotamia con el otro Judas. De su martirio habla un texto antiguo, la Passio Simonis et Judae. No se sabe dónde fue enterrado pero sus reliquias se veneran bajo el Altar de la Crucifixión en San Pedro.

Su festividad se celebra junto con la de San Judas Tadeo, el 28 de octubre.

Imagen en el paso

San Simón el Cananeo es representado, a continuación de San Juan, como un hombre de edad, con larga barba y un gesto severo, que casi parece expectante, atento a lo que el Señor les di­ce. Se muestra un tanto seco, como corresponde a un zelote, un guardián del orgullo de Israel.

Proceso de Restauración

La talla de Simón Cananeo presentaba problemas estructurales tales como grietas (la mayor en la unión de piernas y torso, que se habían intentado reparar con dos placas metálicas atornilla­das y puntillas de gran tamaño), y ataques de insectos xilófagos por todo el cuerpo.

Peculiar era la circunstancia de que esta imagen era la única a la cual no se le había repintado el rostro, aunque sí el pecho, hombros y espalda, además de manos y pies.

A partir de este estado inicial, la interven­ción consistió en la realización de un nuevo cuerpo en madera de cedro, más naturalista y anatomizado. De las manos y pies de la imagen se retiraron varios repintes (uno superficial de esmalte sintético superpuesto a otro al óleo).

En el rostro se limpió la suciedad acumulada, recuperando la policromía original, de un tono más claro. Además se subsanaron las grietas y reintegraron cromáticamente las lagunas de la capa pictórica, protegiendo todo el conjunto con barniz.

En los pies, se retiraron las numerosas puntillas, policromando las nuevas piernas con un tono similar al de los antiguos.

Juan Luis Aquino Pérez

Reseña Evangélica

Simón recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos le llaman «cananeo», Lucas le define «Zelote». «Cananeo». Es nombrado en décimo o undécimo lugar. Fue uno de los apóstoles más oscuros de Jesús, poco se sabe de él aparte de su nombre.

«Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Ju­das de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor» (Lucas 6,14-16).

Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.» (Marcos 3,17-19).