San Juan Evangelista

«Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Ma­dre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa» (Jn 19, 25-27)

Perfil Biográfico

San Juan Evangelista era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador. Se dice que Juan era el más joven de los doce Apóstoles y sobrevivió a todos los demás. El único que no murió martirizado.

Un día se hallaba junto a su hermano Santiago, remen­dando redes a orillas del lago de Galilea cuando Jesús, que acababa de llamar a su servicio a Pedro y Andrés, los llamó también para que fuesen sus Apóstoles.

Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús y  fue a Juan a quien el Maes­tro indicó, no obstante que Pedro formuló la pregunta, el nombre del discípulo que habría de traicionarle.

Es creencia general que era Juan aquel «otro discípulo» que entró con Jesús ante el tribu­nal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera.

Fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras pia­dosas mujeres, y recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Re­dentor: «Mujer, he ahí a tu hijo», murmuró Jesús a su Madre desde la Cruz; «He aquí a tu Madre», le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdade­ra madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona.

San Juan fue sin duda un hombre de extraordinaria y al mismo tiempo, profundidad místi­ca. Al amarlo tanto, Jesús nos enseña que esta combinación de virtudes debe ser el ideal del hombre, es decir, el requisito para un hombre plenamente hombre. Por eso, el arte tiende a representar a San Juan como una persona suave, y, a diferencia de los demás apóstoles, sin barba.

Juan murió pacíficamente en Éfeso hacia el tercer año del reinado de Trajano, hacia el año cien de la era cristiana, a la edad de noventa y cuatro años, de acuerdo con San Epifanio.

Fue el autor del cuarto evangelio, de las tres cartas que llevan su nombre (las Epístolas de San Juan) y del Apocalipsis que se cree que escribió en la isla de Patmos, cuando huyó del Imperio Romano, cuando intensificaron la persecución a los cristianos.

Representado con varios emblemas: El águila por su visión mística elevada, y un libro por sus escritos llenos del Espíritu Santo. Patrón de teólogos y escritores, su festividad se cele­bra el 27 de Diciembre.

Imagen en el Paso

San Juan, con aspecto de guapo mozo casi barbilampiño, es el primero en adorar el Cuerpo de Cristo, arrodillándose devoto a la izquierda del Señor, con su azulada mirada fija en el Maestro que consagra el pan. Viste los colores tradicionales en él: túnica verde y manto

Proceso de Restauración

La efigie de San Juan evangelista presentaba las mismas deficiencias que el resto del apos­tolado (grietas, desensambles de las piernas remachadas con puntillas, ataque de insectos xilófagos, repinte generalizado de todas las carnaduras), a las cuales había que añadir el cuarteado de la capa pictórica en las sienes del apóstol.

A partir de este estado inicial, la intervención ha consistido en la realización de un nuevo cuerpo en madera de cedro, cambiando la actitud sedente por la genuflexión, manera de representar el afecto recíproco que sentía Jesús hacia el discípulo amado. Para dar fortale­za a la escultura, los pies debían ser nuevos, formando una única pieza con la peana y el resto del cuerpo. En cuanto a la policromía, en primer lugar se procedió a fijarla, consoli­dando la capa pictórica. Posteriormente se retiró el repinte que cubría cabeza y manos, apareciendo una encarnadura de tono nacarado. Las lagunas existentes se reintegraron con acuarela intentando recuperar el aspecto original de la pieza.

Juan Luis Aquino Pérez

Reseña Evangélica

Participó con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús: la Transfiguración en el monte Tabor y la oración en el Huerto de los Olivos. «Seis días des­pués, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos» (Marcos 9:2-8) «Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse». (Marcos 14:32-42; Mateo 26.36-46; Lucas 22.39-46).

Pablo habla de él como columna de la Iglesia, «…y reconociendo la gracia que me había si­do dada, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. (Calatas 2,9).